Criadero, donde la oscuridad es obligatoria y la vista deja de ser tu aliada. Cada paso retumba como si algo acechara muy cerca. Demasiado cerca. Oirás lo que no ves, sentirás lo que no quieres tocar, y descubrirás que el silencio nunca está solo. Será entonces cuando entiendas que lo que habita aquí no nació de forma natural y que la fobia puede tener cuerpo.